Silvestre es un buenazo de tamaño pequeño, unos diez kilos. El pobre ha tenido mucha suerte dentro de su desgracia porque el día de Nochevieja mi madre lo recogió salvándolo de una muerte segura. Era de un hombre mayor que lo llevaba a la perrera porque decía que ya no podía ocuparse de él. Por el camino, como lo llevaba suelto, le atropelló un coche y estaba chillando de dolor cuando mi madre que pasaba por allí se encontró con este panorama, y se llevó al pobre perro a casa, porque su dueño se empeñaba en llevarlo así y todo a la perrera, donde seguramente lo hubieran sacrificado. Pensaba que estaba moribundo pero no, sólo le han tenido que dar dos puntitos en la pata y tiene un pequeño derrame en el ojo que le está remitiendo. Por lo demás, está estupendamente y es un sol de perro: bueno, tranquilo y noble. No debe haber estado acostumbrado a muchas comodidades y es muy agradecido. Necesita un hogar urgente, un buen hogar donde le aprecien y no le paguen con el abandono. Se manda a otras provincias con contrato de adopción y seguimiento
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