Es una gatita sin raza, una gatita cualquiera, sin embargo es una gatita muy especial: primero sufrió el abandono siendo muy chiquitina, con apenas días, luego tuvo un accidente que le costó una de sus patitas. Pero lo que la hace verdaderamente única es su carácter, su alegría de vivir. Tiene apenas tres mesecitos y brinca y salta a todas horas. No tiene miedo de nada ni de nadie, parece increíble. Se acerca a los perros grandes para provocarles a jugar, está llena de vida y de amor para ofrecer a quien la quiera adoptar. Será la alegría de la casa. Unos ángeles la han recogido, operado, curado, alimentado y amado. Pero necesita con urgencia un hogar donde le den todo el cariño que se merece esta pequeña terremoto. Está en Madrid.
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