Monchito afortunadamente no está cojito, ni ciego, ni herido. Monchito se crió en las calles, con toda su crudeza. Tuvo que buscarse la vida con apenas unos mesecitos. Fue mendigando, de puerta en puerta, la caridad de una caricia, de un plato de comida, obteniendo como respuesta palos, gritos y amenazas. Fue tal la brutalidad en las respuestas que huye del humano. Ha costado mucho esfuerzo y una gran paciencia poder cogerle. Pero para Monchito habrán de pasar aún meses hasta que compruebe que no todos los humanos somos iguales. Sólo es cuestión de tiempo y paciencia porque es muy bueno. Jamás ha mordido, ni cuando lo cogimos por primera vez en nuestros brazos. Sólo temblaba como una hoja al viento, terriblemente asustado. Estoy segura de que sólo pasarán pocos días y Monchito, tan falto de cariño, adorará a la persona que lo adopte y no querrá separarse jamás de su lado. Es muy jovencito, apenas pasará del año. Ocupa muy poco espacio, apenas un rinconcito, y no da nada de guerra. Come poquito y sólo quiere lo que todos: caricias y amor. Lo vamos a entregar con sus vacunas, chip y análisis.
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